Acabo de volver de mis largas vacaciones.
Como por prescripción médica no podía tocar el ordenador he aprovechado para sacar fotos, dibujar, leer y sobre todo disfrutar de no hacer nada. Ya veremos si ha servido para algo a mi maltrecho codo.
Lo que sin duda ha servido es para recargar pilas y disfrutar de estar desconectado del mundo.
Ahora vuelvo a la cruda realidad y me encuentro que tengo cientos de mensajes, de los cuales tendré que contestar los más urgentes y ya me iré poniendo al día.
Pero lo peor de todo es pensar en volver a la rutina del trabajo. Y es que se hace uno bastante bien a no hacer nada, pero lo contrario es mucho más duro.
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