Ayer, con meses de retraso por culpa de la pandemia, pudimos asistir a la obra de fin de carrera de Tamy con todos sus compañeros de la escuela de teatro.
Mascarillas, toma de temperatura, separaciones en los asientos, pero pudiendo disfrutar en vivo del teatro y de una durísima obra, no apta para personas sensibles, que no dejó a nadie indiferente y que se refrendó con una espectacular ovación de muchos minutos a los jóvenes y prometedores actores.
Y os aseguro que no sólo es pasión y orgullo de padre, aunque no puedo negarlo.
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